viernes, 26 de septiembre de 2014

                               1968 JULIO Y AGOSTO. LOS MONTES DE LEÓN

Estamos en Julio de 1968, un año mítico, el famoso 1968, cuando tantas cosas importantes sucedieron en el mundo. Fue el año de la Revolución de Mayo en Francia, la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia, la matanza de la Plaza de las Tres Culturas en Méjico, los asesinatos de Martin Luther King y el senador Robert Kennedy, y muchos más sucesos que convirtieron a este año en un mito para las generaciones que lo vivieron. Ah, se me olvidaba, fue el año en que The Beatles publicaron su mejor disco "Sargent Pepper Band".

Yo me encontraba a principios de este mes dándole vueltas a la cabeza viendo las opciones que tenía para viajar. No tenía casi nada de dinero y en mi casa no me iban a dar nada, bastante ya era que pudiese estudiar en la universidad cuando todos mis hermanos estaban trabajando. Con mi amigo Antonio había comentado el salir por primera vez al extranjero, pero poco a poco fui desechando la idea. Si tenía poco dinero, más difícil me sería salir al extranjero.
Un día  me enteré de que la Comisaría para el SEU  había organizado una campaña de Educación Popular y Trabajo en la provincia de León. El SEU era un residuo fascista de la dictadura de Franco. En principio todos los estudiantes universitarios tenían que afiliarese obligatoriamente a dicho "sindicato estudiantil", pero la lucha de los estudiantes desde el principio de los años 60 fue poco a poco haciendo que el Régimen dejara de apoyarlo hasta dejarlo en una especie de departamento de servicios para el estudiante. 
Yo me apunté para dicha campaña pensando por un lado tener el verano ocupado y por otro que iba a ser una oportunidad de viajar y disfrutar de una estancia totalmente gratis. Incluso nos daban un dinero de bolsillo para nuestros gastos menores.
A mi amigo Antonio no le gustaba la idea en principio porque habíamos hecho planes un poco indefinidos de salir al extranjero, pero a mi esta alternativa me venía muy bien ya que el salir al extranjero era un poco fuerte, no sabía si el dinero que había reunido iba a ser suficiente y si mis padres me iban a poner algún impedimento, porque en aquel tiempo los hijos no teníamos tanta independencia y libertad como ahora.
Las campañas de Educación popular y trabajo estaban montadas para poner en contacto el mundo universitario con el mundo rural. Se desarrollaban en provincias de regiones un poco apartadas de los centros neurálgicos de nuestro país. El propósito era encomiable pues intentaba que los universitarios, procedentes en su mayoría de la clases altas o medio-altas, conociesen las dificultades de las personas que vivían en el mundo rural . Al mismo a los participantes se les daba una formación en temas económicos, sanitarios o culturales para que pudieran dar charlas a las personas con las que iban a convivir, y he dicho convivir porque cada participante debía vivir cada día con una familia diferente, compartiendo el tipo de vivienda y el tipo de comida. Igualmente debía ir a trabajar con esta misma familia en sus labores habituales. En principio todo parecía perfecto, el universitario se enriquecía en su experiencia personal y al mismo daba ayudaba con sus conocimieentos a las personas del lugar donde vivía. Pero ya veremos más adelante que este esquema no siempre funcionaba tal como se había diseñado, a pesar de la buena voluntad. 
Para este cursillo de formación nos alojamos en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares, una de las muchas que se construyeron por los ministros falangistas del Régimen para competir con las universidades tradicionales. Durante varios tres o cuatro días estuvimos yendo a conferencias donde se nos informaba sobre diversos aspectos que se supone facilitarían nuestra labor, como psicología de la gente del mundo rural, datos económicos de las localidades donde residiríamos, formación en cuidados sanitarios básicos, etc. Ya en ese momento me indicaron que me iban a destinar al pueblo de Villaseca de Laciana, en zona minera, mientras a mi amigo Antonio iba a ser destinado a una zona muy atrasada que la llamaban "las Hurdes leonesas". 
Inmediatamente me di cuenta de que el ambiente que predominaba entre los participantes no era precisamente de seguidores del Régimen. En ese momento no pude captarlo, pero más tarde me enteré que varios grupos de izquierda habían tomado este organismo como una forma de difundir sus ideas entre los universitarios, lo que en sí era una forma gratuita de hacer proselitismo. Predominaban algunos afiliados al Partido Comunista o PCE, , gente disciplinada con las ideas muy claras, pero que iban entrando en desprestigio ya que la vorágine de la actividad contra el Régimen convertía en burgués y acomodaticio a todo aquel que no estuviese por la actividad constante de lucha. También había bastante gente de los "Felipes", o Frente de Liberación Popular, una mezcla de ideas antiimperialistas, pro castristas, con una ideología difusa de izquierdas. Ya había algunas gentes que en esos días formaron el PCI o Partido Comunista Internacionalista, una escisión del PCE, que criticaban a este partido porque consideraban que había relegado sus ideas revolucionarias buscando un consenso con otros grupos democráticos. E incluso había individuos sueltos que se consideraban guevaristas, prochinos, nihilistas, etc. Todo esto lo descubrí más tarde. 
 Yo me consideraba de izquierdas, aunque de una forma un tanto imprecisa. Había participado en las manifestaciones estudiantiles de una forma activa, aunque la única consecuencia negativa había sido la retirada de un documento identificativo (carnet de biblioteca) en una encerrona en mi facultad, tras ser rodeado por abundantes tropas de la Policía Nacional y conminados a abandonar el encierro. Había igualmente asistido a las reuniones de la "comisiones de barrio" de Ciudad Jardín, una especie de organización paralela a las Comisiones Obreras, sindicato clandestino que estaba tomando un gran auge en esos años, a pesar de que no era legal. Pero no sentía la necesidad de pertenecer a algún grupo definido.
Pasado este período de formación, un día sobre las 12 de la noche partimos en varios autobuses y tomamos la Nacional VI en dirección hacia León. Recuerdo que ya en el autobús, antes de que nos quedaramos dormidos, se cantaban canciones izquierdistas, como "Los grises que trajo Franco", "No nos moverán", "Bella Ciao", etc, todas de moda según me enteré después en las actividades universitarias de protesta en Madrid. Recuerdo que más tarde, tras atravesar la estepa castellana en la más profunda oscuridad,nos despertamos llegando a León. Quise tomar algo en esta capital y recuerdo que sólo hacía 8 grados, ¡y estábamos a mitad de Julio! ¡Qué envidia para uno que venía de Sevilla!. 
Nuestro autobús tomó la carretera en dirección hacia La Magdalena. Previamente otros autobuses habían tomado la dirección de las respectivas comarcas donde los participantes iban a desarrollar su labor. El nuestro atravesó primero la comarca de La Babia, famosa por el dicho de "estar en Babia", y luego tras cruzar el Puente de Las Palomas sobre el Sil entramos en la comarca de Laciana. Poco a poco fuimos penetrando en el Valle del Sil y aparecían ante nosotros las instalaciones mineras, con sus plataformas de limpieza del mineral. Cuando me bajé del autobús me pareció un valle muy estrecho, con unas laderas  que parecían que se me iban a caer encima. Inmediatamente el coordinador me presentó al alcalde de Villaseca y éste me llevó a mi lugar de alojamiento. Era una pensión donde yo tenía derecho a un dormitorio, pero sin cuarto de baño de ningún tipo. El váter, o sea la taza del váter, estaba al final de pasillo, pero no había ningún sitio donde lavarme. Por la mañana me enteré que el único sitio donde podía lavarme la cara era el fregadero de la cocina. Así que todas las mañanas bajaba con mi peine, mi toalla, mi tubo de dentífrico  y mi cepillo de dientes para arreglarme un poco en un fregadero, donde se amontonaban los platos de la noche anterior, y eso no era lo peor, a veces había restos de la limpieza de la carne que se iba a servir a los clientes en la comida, como cabezas de pollo o viscera. Así que yo tenía mi limpieza personal mañanera con aquel panorama delante de mis ojos. Pero era lo que había, y puedo decir, como diré más tarde, que el panorama de otros compañeros en otros lugares era aún mucho peor. En cuanto a ducharme no había ninfún sitio donde hacerlo en la pensión, pero contaré más tarde como pude resoverlo.